jueves, 30 de agosto de 2012

Suicidas en los medios


Los medios de comunicación han acabado por banalizar el suicidio, un tema tabú hasta hace bien poco. Y lo era porque, según se enseñaba en las facultades y se recordaba a los becarios en las redacciones de los periódicos, no era conveniente publicar noticias que pudieran incitar a potenciales suicidas. 

La muerte voluntaria siempre había sido una cuestión delicada. Pero a raíz de la violencia desatada en la televisión –donde las escenas de violencia se muestran sin ningún rubor– y de la fuerza de Internet, las empresas de comunicación han ido relajando sus criterios. En este sentido, resulta curioso que, mientras el lenguaje tiende ahora a envolver la realidad con eufemismos, las imágenes se muestren con toda la crudeza. Éstas, si retratan crímenes, atentados contra las personas y violencia de toda índole, se acompañan de textos bien explícitos. 

Valga como ejemplo este titular publicado hoy en la web de El Mundo: “Se suicida el seleccionador ruso de voleibol femenino”. En la información se precisaba: “Estuvo muy mal tras la derrota”, que dejó sin opciones de medalla a su equipo en las recientes Olimpiadas. Hoy mismo, los periódicos digitales han reproducido con todo lujo de detalle, a través de You Tube, la secuencia en la que un líder sindical italiano intentaba cortarse las venas, en medio de una rueda de prensa, como protesta contra el cierre de una mina de Cerdeña. 

Ayer, sin ir más lejos, la agencia Efe difundía la siguiente información: “Una mujer de mediana edad murió la pasada noche tras rociarse con un líquido inflamable y prenderse fuego en un cajero de una entidad bancaria”. El suceso, ocurrido en Barcelona, tuvo su reflejo en diversos medios informativos. Al detenemos en El Periódico de Catalunya, veíamos que a su titular –“una mujer muere al quemarse a lo bonzo en un cajero de Sant Gervasi”– se añadía el siguiente texto, a modo de sumario: “La Policía descarta un móvil económico, ya que había estado ingresada en un centro psiquiátrico”. 

Hace unos años hubiera sido impensable leer esta noticia, protagonizada – según el periodista– por una persona con problemas psíquicos. Ahora, evidentemente, vivimos otros tiempos. Los políticos –y nosotros lo permitimos– ocultan la realidad con perífrasis absurdas. Pero no tenemos inconveniente en ver y hablar de imágenes brutales, acompañadas de textos que antes asaltaban nuestras conciencias. 

El propio tratamiento informativo dado a la muerte del cineasta Tony Scott ha sido paradigmático. Incluso aparecieron informaciones posteriores, aprovechando la actualidad, como ésta publicada en La Verdad: “Un spray nasal contra los pensamientos suicidas”. Se trataba de informar de que “el alarmante aumento de suicidios entre soldados de Estados Unidos desemboca en una investigación pionera”. Por su parte, en el portal CNN España se ahondaba en el asunto, con un artículo firmado por un profesor asociado en Psiquiatría en la Universidad de Tucson, Charles Raison, quien señalaba “las tres razones que llevan a una persona a pensar en el suicidio”.

Este mes, tanto ha sido el interés por aquellos que deciden quitarse la vida que, según publicaba ABC, “dos estudios relacionan las heces de gato con el suicidio”. El culpable, de acuerdo a los investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (Estados Unidos), es un parásito que, además de los excrementos, “se propaga al consumir verduras sin lavar, comer carne mal cocida o cruda y también por beber agua de una fuente contaminada”. 

Vivir para ver… y hablar de la muerte.

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