La política está plagada de gestos
que, acompañados de un tono grandilocuente, pretenden elevar el discurso. Así
lo interpretó el presidente de la Generalitat, Artur Mas, a raíz del éxito de la Diada y su reivindicación
independentista. Y en la misma línea lo reflejó hoy cuando anunció, tras
reunirse con el presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, “un proyecto nuevo”, una vez que éste se negó a mejorar la
financiación de Cataluña y a concederle “un estatus diferente al del resto del
Estado”, tal y como leemos en El
Periódico.
“Se ha perdido una
oportunidad histórica”, afirmaba el líder catalán a la conclusión de una cita
cuyo resultado era previsible. Sin embargo, se ha mostrado “convencido de que
sabrán encontrar caminos y soluciones”. Ciertamente, Mas cumplió el guión
previsto; lo mismo que Rajoy, cuya respuesta, según leemos en El País, fue: “No, que no hay margen”.
“Cataluña no puede renunciar
a su futuro. Si fuese así, sería una inmolación e incluso una traición”,
subrayó Mas, quien –seguimos leyendo en la edición digital del diario de Prisa– evitó pronunciar “esta vez la
palabra Estado y mucho menos la independencia”.
El lenguaje solemne, unido a
un tono grave y adornado con un gesto adusto, tenía que escenificarse en un
lugar cargado de simbolismo. Como todo estaba previsto de antemano, qué mejor
que la ‘embajada’ catalana en Madrid. Así, Mas compareció ante la prensa, bien rodeado
de focos y flashes, en la Delegación de la Generalitat en la capital, junto a
una gran senyera y otra bandera de Europa, sin rastro alguno de la española. Claro,
que antes, en el salón de La Moncloa donde se celebró la reunión, se le había
sentado delante de una bandera de España, como refleja ABC.
También para contrarrestar a
Mas –y ahondando en la política gestual– la presidenta del PP catalán, Alicia
Sánchez-Camacho, intervino en la sede de los populares en Barcelona junto a las
banderas de España y Cataluña, tal y como vemos en la web de TV3.
No podía faltar el término ‘hoja
de ruta’, que llegó al discurso político en los días previos a la invasión de
Irak, en 2003. Así, lo vemos reflejado en Público,
que asimismo destaca: “El president anuncia un punto de inflexión en la
relación España-Catalunya”. La Vanguardia
enfoca el asunto de una manera similar, aunque no acaba de concretar, titulando:
“Mas entierra el pacto fiscal ante el ‘no’ de Rajoy y prevé decisiones en breve”.
Bastante obvio. Por su parte, El
Periódico ve la cuestión ‘soberanista’ –otro término muy del uso político–
apoyándose en “las claves de la reivindicación fiscal”.
Para terminar de aderezar la
ensalada nacionalista, Financial Times,
muy activo durante los últimos meses en su crítica al Gobierno de España, avisa
en un editorial de que a menos que Rajoy “haga un gesto convincente hacia las
demandas catalanas, el separatismo se volverá imparable”.
Como no podía ser de otra
forma, las ediciones digitales de los principales medios catalanes se hacen eco,
en un lugar destacado, de la opinión de Financial
Times. No así los madrileños, con excepciones como Expansión. Y es que cada empresa periodística tiene su propio público, que también
reclama ‘gestos’. En Barcelona y en Madrid.
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