El reproche de Marcelo Bielsa, entrenador del Athlétic de Bilbao, a sus jugadores tras ser derrotados por el Atlético de Madrid y el Barça
en las finales de la Europa League y la Copa de España, respectivamente –“No
se trata de haber ganado, sino de cómo perdimos”– es toda una declaración de
intenciones.
“Se permiten reírse después
de haber perdido una final”, subrayó Bielsa en una charla a sus futbolistas que
ha trascendido hoy. Y es que las formas, y más en una sociedad donde la imagen
lo inunda todo, han de cuidarse al máximo.
Otro ejemplo de cómo hay que
mimar todos los detalles externos lo hemos encontrado en la utilización, por
parte del presidente de la Xunta de
Galicia, Alberto Núñez Feijóo,
del avión de un millonario –también gallego– para hacer campaña en
Latinoamérica, en algunos de cuyos países hay votantes que pueden participar en
las próximas elecciones al Parlamento autonómico.
Los populares gallegos
respondieron a las críticas asegurando que la aeronave es propiedad de un
militante del partido y recordaron los vuelos de Zapatero en aviones del Estado. La respuesta puede o no ser
aceptable, pero el mal causado a la imagen de Feijóo es evidente e irreparable.
El tercer caso –que afecta a
todos los españoles– acerca de la importancia de cómo nos presentarnos y la
imagen que ofrecemos, la tenemos en el primer cara a cara electoral entre el
presidente norteamericano y candidato demócrata a la reelección, Barack Obama, y el republicano Mitt Romney, quien utilizó la situación
de España como arma arrojadiza contra su oponente.
“No seguiré el camino de
España, que gasta el 42% de sus impuestos en el Gobierno”, manifestó el aspirante a desbancar a Obama ante una
audiencia millonaria. Ciertamente, la mención del aspirante a la Casa Blanca acentúa la mala imagen
internacional de nuestro país, si nos atenemos a lo que publican los principales
periódicos nacionales. Estos, dicho sea de paso, están contribuyendo –en el
mundo global de Internet– a propagar ese sentimiento negativo.
Las historias protagonizadas
por Bielsa, Feijóo y Romney –cada uno a su manera– vienen a actualizar el viejo
dicho de que ‘la mujer del César, además de honrada, tiene que parecerlo. Y ni
los risueños jugadores –el mundo tampoco se acaba al perder una final–, ni el
presidente de la Comunidad gallega –de las pocas que cumplen con los objetivos de
déficit– se mostraron precavidos.
¿Es esto defender la
hipocresía? Se trata de cuidar unas formas que hoy ha perdido Rafael Hernando, portavoz adjunto del
PP en el Congreso. Y es que éste ha acusado al juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, de hacer una “demagogia
política” que calificó de “indecente”, a cuenta del auto donde el magistrado
legitima las protestas del 25-S ante el Parlamento por la “convenida decadencia
de la denominada clase política”.
Porque ¿no habíamos quedado en
que los políticos siempre respetaban las sentencias de los jueces? Tras llamar “pijo
ácrata” a Pedraz puede haberse levantado una peligrosa veda. Y, a fin de cuentas,
echar más madera en la hoguera donde se abrasa la quebrada imagen de España.
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