domingo, 9 de diciembre de 2012

España crea la subvención escolar al ni-ni, mientras ZP sienta cátedra en Qatar


La penúltima ocurrencia de nuestra clase política se sitúa en Extremadura, donde al Gobierno regional del PP –que se sostiene con el apoyo de Izquierda Unida– no se le he ocurrido otra cosa que pagar a ni-nis, de 18 a 25 años, para que se regeneren y acaben la Secundaria. A 1.000 euros el título, que no está nada mal.

Con iniciativas así, no son de extrañar algunas sentencias como la dictada hace unos días por la Audiencia Provincial de Murcia, que obliga a un padre a pasar una pensión alimenticia a unos hijos que tienen la friolera de 22 y 27 años. Y es que, según el tribunal, “la pretendida independencia económica” y el “acceso a un puesto de trabajo no depende sólo de la edad y el conocimiento” de aquellos. Es todo un acicate, sí señor, para unos ni-nis que han hecho de la apatía un medio de vida a costa de papá y mamá.

La extravagante iniciativa del Gobierno extremeño nace, como siempre, del erario público y tiene un presupuesto de cuatro millones de euros. Faltaría más. Pero lo más grotesco del asunto radica en que el ministro de Educación, José Ignacio Wert –inmerso en esa nueva Ley de Educación que tiene en pie de guerra a media España– ha aplaudido la subvención a los ni-nis de Cáceres y Badajoz para que estudien. Según Wert, contribuye “a mejorar la inserción de los jóvenes y la inclusión social”. Vivir para ver.

Y es que el ministro que se ha “crecido tanto en el castigo”, como dice de sí mismo, amenaza ya con apoyar cualquier excéntrica iniciativa. Siempre que ésta no provenga del Gobierno catalán, claro.

¿Pero no habíamos quedado en que el PP estaba en el Gobierno de la nación para ensalzar los valores del esfuerzo? La solución a nuestros males, desde luego, no es arrinconar al millón de jóvenes que fueron incapaces de obtener una titulación en Secundaria o Formación Profesional y ahora, en su gran mayoría, se encuentran sin empleo. Pero tampoco puede pasar por una nueva subvención.

Pagar 1.000 euros a un mal estudiante, además de constituir un agravio comparativo para muchos jóvenes que sí se han aplicado en los estudios, es un pésimo precedente. Además, viendo la manera como se las gastan nuestros responsables políticos, la idea puede extenderse por toda España. Al tiempo.

Vivimos en un país donde únicamente dos universidades públicas –la Autónoma y la Universidad de Barcelona– se sitúan entre las 200 mejores del mundo. Así, es lógico que Zapatero se haya estrenado como conferenciante en el extranjero en foros tan destacados como Maracaibo (Venezuela), Doha (Qatar) y Asilah (Marruecos). También ha estado, eso sí, en la emergente Brasil.

Las universidades de Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania, de momento, tendrán que esperar a nuestro eminente ex mandatario.  

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