Entre las subvenciones que se conceden a sí mismos los partidos políticos y las devoluciones de Hacienda a presidiarios como Díaz Ferrán estamos apañados. Por un lado, el Boletín Oficial del
Estado publica hoy que la fundación que
dirige José María Aznar recibirá más de medio millón de euros. Por otro, no
enteramos de que al anterior presidente de la patronal –desde hace un par de
días en la trena– esa Hacienda que somos todos le devolvió 2.052,47 euros por
su Declaración
de la Renta de 2010. Quién los pillara.
La subvención concedida ahora a
la Fundación
FAES, del PP, se destinará a cubrir en 2013 los gastos derivados de tres
programas de “promoción de la libertad, la democracia y los derechos humanos en
los países en desarrollo”. Para una España que, según el último informe de Transparency
International, se mueve en los niveles de
corrupción de Botswana y algo mejor que Buthan, no está nada mal.
El caso es que el pasado año, cuando nos veían
menos corruptos en el extranjero, se repartían más subvenciones para
promocionar la democracia en América, África y Asia. Así, los programas en favor de la libertad que
lidera Aznar han sido regados en 2012 con 1.019.000 euros, nada menos.
Además, a la Fundación Ideas, que dirige el ex ministro socialista Jesús Caldera, también le cayeron 974.000 euros, que tampoco está
nada mal cuando se trata de dinero público que sale de un país en la ruina y
con seis millones de parados. En 2013, tras los recortes,
recibirá por la vía de Cooperación otros 240.000 euros.
La revelación de que Díaz Ferrán, acusado de ocultación de bienes y blanqueo,
también se benefició –según informa Público–
de una devolución de Hacienda que para sí la quisieran muchos contribuyentes, se
viene a sumar a este gigantesco sainete español. Y si a esto añadimos que en
los Presupuestos
Generales del Estado de 2013 se destinan
otros dos millones a fundaciones y asociaciones con dependencia de los partidos
políticos… Apañados vamos.
Pero, claro, viendo que el
promotor de la trágica fiesta de Halloween
acusa ahora al Ayuntamiento
de Madrid, que preside la esposa de Aznar, de alquilar un recinto que no reunía las
condiciones de seguridad, cualquier cosa es posible. Incluso que el ex
presidente se lamente, en una entrevista publicada por El Mundo el pasado fin de semana, de que la clase política
esté desprestigiada. Vivir para ver.
Aznar debería echar un vistazo en
su propia casa y divulgar un poco menos los valores de la cooperación
internacional sólo a través de la subvención. De paso, podría buscar
para FAES –en coherencia con la línea privatizadora de su partido– financiación
que no proceda de las arcas públicas.
Los países en vías de desarrollo
y los exprimidos españoles se lo agradeceríamos. El sentido común, al que tanto
apela Rajoy cuando le conviene, también.
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