En una España con seis millones de parados, donde mantener un puesto de trabajo es
casi una heroicidad, la firma de moda Desigual ha dado en la diana publicitaria. No hay más que ver cómo
arranca el video de su nueva campaña: “De
este año no pasa. Me acuesto con él y punto…Vale, es mi jefe. ¿Y qué?”. Toda
una declaración de intenciones en tiempos de precariedad laboral.
Habrá que ver lo que dicen los sindicatos y
las activistas del feminismo. Pero teniendo en cuenta que Méndez y Toxo no
atraviesan por su mejor momento, que el anterior presidente de la patronal
duerme a la sombra en la cárcel de Soto
del Real y que la crisis aprieta, hay que agarrarse a lo que sea.
Y es que, con casos como el de una licenciada
de Madrid, que trabajaba de
limpiadora y fue despedida el día después de la última huelga general, es como para
echarse a temblar. La damnificada –uno de los 53 de cada cien jóvenes españoles
que carecen de empleo– compaginaba, según relata el diario Público, su máster en Terapia
de Conducta con un trabajo a media jornada. Un vez que su jefe –del que se desconoce
su atractivo– le entregara la fatídica carta en un portal que acababa de
limpiar en Alcorcón, Estela –que así se llama la mujer– se
reintegró a nuestro ejercito de parados.
También habría que saber si las protagonistas
de la campaña de Desigual pertenecen a ese tercio de mujeres –según una
encuesta que fue difundida este miércoles– que afirman estar satisfechas con
sus relaciones sexuales. Porque,
unido al hecho de que ya sólo dedicamos 34 minutos semanales a disfrutar de los
placeres carnales, hay que pensar que el mensaje va dirigido al subconsciente
de quienes se agarran desesperadamente a un empleo, por precario que sea. Con
razón, y desde que la crisis nos zurra sin piedad, se ha ido valorando más el ambiente laboral que el sueldo. Y, claro, si encima se intima con el jefe,
mejor.
El caso es que, según el último informe de la
consultora especializada en Recursos
Humanos Randstad, los españoles somos los europeos que más valoramos el ambiente laboral. Pero es que, además,
y como consecuencia del miedo a perder nuestro empleo, salario y conciliación han
pasado a segundo plano ante la seguridad. Vamos, que nos agarramos a la nómina menguante como sea.
La campaña de Desigual –su nombre comercial
es toda una metáfora– refleja un aspecto más de esta España en proceso de
derribo. Porque vivimos en un conglomerado de mini estados que desatiende lo
esencial, que son los ciudadanos, y se preocupa por banalidades como el christmas
confesional del Congreso de los
Diputados.
“A la mierda con todo, tengo un plan… Que me busquen, ¡que la vida son dos días!”. Es otro
de los lemas de la campaña de Desigual. Visto el panorama, dan ganar de
apuntarse a esta filosofía.
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