Se equivoca el Partido Popular cuando multa con 300
euros a dos diputados madrileños por ser fotografiados, durante una votación en
la Asamblea regional, jugando con el
móvil a Apalabrados. Tal y como están
la educación y la política, deberían pasearlos como a héroes por toda España.
Los fines de semana, cuando
escasean las noticias y en los telediarios sólo se habla de absurdos mítines y de
la Liga de fútbol, Bartolomé González y María Isabel Redondo –los diputados
juguetones– echarían emocionantes partidas con el ministro José Ignacio Wert y Eduard Punset.
Ofrecerían mítines todos los domingos. Cada uno en una ciudad y conectados por una pantalla gigante,
acabarían sus actos creando un par de palabras. También sería una excelente
manera de promocionar la lectura y, de paso, los populares podría decir que no
todos sus políticos son como los concejales del PP de Murcia, que fueron
cazados durante un Pleno del Ayuntamiento jugando al tenis en el Ipad y pasándose fotos de las fiestas.
Rajoy
también debería poner como ejemplo a González
y Redondo frente a los ediles populares de Torrevieja.
Esos que se gastaban por cabeza –hasta que estalló el escándalo a finales
del año pasado– una media de 2.500 euros en llamadas por el móvil.
No hay punto de comparación
porque, en lugar de llamar a servicios de prostitución –como hacía el concejal
de Deportes de la localidad
alicantina– los diputados de la Comunidad
de Madrid usaban el teléfono para jugar al Scrabble.
Además, y que sepamos,
estaban utilizando el abecedario sólo para construir inocentes palabras. No en vano,
González fue alcalde de Alcalá de Henares,
cuna de Cervantes. Así que, en lugar
de disculparse, debería sentirse orgulloso por fomentar el uso responsable de
las nuevas tecnologías.
España es un país con una
tasa de paro juvenil del 55%, que afecta a siete de cada diez menores de 25
años en muchos puntos del sur. Pues, bien, que dos políticos se dediquen a
crear palabras, en lugar de llevárselo crudo como el corrupto Bárcenas –a quien la Policía le
atribuía el alias de Luis el cabrón en la trama Gürtel–
debería tener premio.
Y es que los dos diputados también son un ejemplo para Urdangarin,
ese grosero miembro de la Casa Real
que, en uno de los correos electrónicos remitidos al juez por su ex socio, se
despedía como el duque em…palma…do.