jueves, 21 de febrero de 2013

La huelga de jueces sale gratis

 
Casi la mitad de los diputados del Congreso han estudiado la carrera de Derecho. Nada menos que 150 representantes de la Cámara Legislativa tienen conocimientos de abogacía e incluso trabajaron en algún bufete. Los hay, como Mariano Rajoy, que se decantaron por la lucrativa tarea –según ha reconocido el mismo– de ejercer como registrador de la propiedad.
 
También encontramos ministros, como Gallardón, que ganaron la plaza de fiscal. Hasta disfrutamos de abogados del Estado en la excedencia, como la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero la Justicia sigue sin funcionar.
 
Y, ahora, los jueces también se declaran en huelga. Aunque, según publicaba ayer Expansión, y para sorpresa de muchos, no les van a descontar nada en sus nóminas. Así, cualquiera.
 
Explicaba Expansión que este privilegio se debe, curiosamente, a un vacío legal. Y es que los jueces y magistrados forman un colectivo cuyo derecho a la huelga no está regulado. De manera que ellos mismos regulan los servicios mínimos y el Ministerio no les puede tocar la nómina. Vamos, como Juan Palomo.
 
Mientras tanto, y por poner un simple ejemplo, hay una legión de trabajadores que, habiendo sido despedidos por sus empresas a principios del pasado año, con varias nóminas pendientes, no irán a juicio hasta junio de 2014. A eso se le llama igualdad de oportunidades.
 
Menos mal que, según los convocantes de la huelga de este pasado miércoles –la segunda protagonizada por los funcionarios de la toga desde que empezó la crisis–, su protesta no sólo se centró en las necesidades de jueces y fiscales. Así, dieron fe de que defienden los derechos de los ciudadanos. Faltaría más.
 
Políticos y profesionales de la Justicia, ciertamente, tienen muchos puntos en común. Entre ellos, el desapego social. Teniendo en cuenta que la mitad de los 4.000 jueces que hay en España secundaron la huelga, y que no van a perder un euro en sus nóminas, podrían donar ese día de su salario a algunas familias que estén a punto de ser desahuciadas. Como gesto, no está mal.

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