El acosador sexual que ha
dado la Alcaldía de Ponferrada al PSOE no estaba solo. Rubalcaba se rasgará las vestiduras y
el PP acusará a los socialistas de
no tener ética. Pero Ismael Álvarez,
condenado en 2002 por angustiar y deprimir a una concejal de su partido,
recibió en las últimas elecciones el voto de 5.716 ciudadanos mayores de edad.
17
de cada 100 votantes de la segunda ciudad de León dieron su apoyo hace menos de dos años al partido –Independientes Agrupados de Ponferrada–
que lidera un condenado por acoso sexual. Nada menos. Y, que se sepa, nadie les
obligó a hacerlo.
Se trata de un detalle que,
sorprendentemente, ha pasado desapercibido para los medios de comunicación. Y
es que, habiendo corruptos a los que echar la culpa de nuestras desgracias,
para qué vamos a profundizar más.
Todos los días comprobamos que
la sociedad está cada vez más corrompida. Y que vivimos en un permanente estado
de insolidaridad, por mucho que aplaquemos nuestra conciencia con pequeños
actos benéficos.
También nos echábamos las
manos a la cabeza, hace un par de semanas, cuando millones de italianos dieron
su voto a Berlusconi. Muchas cabezas
pensantes y sesudos analistas políticos afirmaban no entender qué pasa en
Italia. Pues aquí mismo, en Ponferrada,
tenemos un ejemplo de que los corruptos y los acosadores tienen apoyo social.
Así de triste, pero es lo que hay.
Indro
Montanelli, insigne periodista italiano, acuñó la expresión ‘ir a
votar con la nariz tapada’ para destacar que es preferible apoyar el
mal menor. Quizá eso pensaron los casi 6.000 vecinos de Ponferrada (la ciudad tiene 68.000 habitantes) que dieron al
acosador la llave de la Alcaldía. Y
también lo creyeron los millones de votantes que depositaron su papeleta a
favor de Berlusconi.
Y es que la memoria es
frágil porque nos hemos olvidado muy pronto de personajes como Jesús Gil, que fue elegido alcalde de Marbella por aclamación popular. El
mismo Ruiz Mateos, que llegó a ser
eurodiputado en 1989 con la única intención de conseguir la inmunidad judicial,
obtuvo la friolera de 608.000 votos.
No hemos cambiado nada. Y
así nos va, claro.
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