Decimos que no hay curro,
pero cuando nos pagan por estudiar miramos para otro lado. Y como eso de hincar
los codos no mola, mejor que lo hagan otros. Que se lo digan a un millar de parados
extremeños, de 18 a 25 años, que se apuntaron a la ESO de los mil euros y no
llegaron ni al primer examen.
Se matricularon junto a otros 1.500 desocupados –que tiene
su aquel–, vieron de lo que iba la cosa –tenían que aprobar varios exámenes
para cobrar el dinero que pagaba el Gobierno
regional– y dijeron que aquello no iba con ellos.
Ni cobrando por estudiar, porque no hay quien haga
carrera de nuestros ni-nis. Y es que la experiencia de Extremadura es para nota, ya que tenían previsto cubrir 3.900
plazas y, después de la epidemia de renuncias, sólo quedan 1.500 valientes. Y
ya veremos los que acaban.
Pero, claro, ¿para qué empollar si podemos filtrar las preguntas y llevarnos la pasta
gratis? Pues –dicho y hecho– en Facebook
que terminó uno de los exámenes. Y con el Gobierno
regional y la oposición tirándose los trastos a la cabeza. Por no variar,
que da igual quien ocupe la Presidencia.
El papelón de la Consejería
de Educación también es digno de estudio. Porque, para justificar el
fracaso, asegura que la deserción de estudiantes ha sido similar a la
registrada en la formación de adultos. Un 40% nada menos. Pues muy bien. Se
quedaron tan panchos y, que se sepa, nadie ha presentado la dimisión.
Analizando la situación, es lógico que los ni-nis
extremeños prefieran seguir disfrutando de más lunes al sol. Se trata de esperar a que vengan los de EuroVegas, que van a crear 50.000
puestos de trabajo en la construcción.
Si no son los casinos del magnate norteamericano, ya
nos lanzaremos a construir nuevas urbanizaciones en la costa. Así, llenaremos
de cemento Marina de Cope y la playa
de Valdevaqueros, en Tarifa. Y también acabaremos de tabicar
el adefesio de El Algarrobico, que
ya va siendo hora.
Por eso, como en Madrid
lo tienen casi todo construido, no puede extrañarnos que el espíritu olímpico esté
de capa caída. Porque el ladrillo es lo que nos va. Y después… ¡Al casino!
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