lunes, 22 de abril de 2013

España, país de gordos donde un ministro gasta 209.000 euros en un ascensor

 
Llevamos casi seis años en crisis y no dejamos de engordar. Si es que los españoles no tenemos remedio. Y, encima, el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente –ése que nos aconseja ducharnos con agua fría para ahorrar y sigue llamando soviéticos a los rusos– se gasta 209.403 euros en restaurar el ascensor. Dando ejemplo.
 
Como sigamos así, vamos a terminar siendo un país de desahuciados nutricionales. Debajo de un puente, con sobrepeso y hechos un asco. Porque, según un estudio del European Journal of Preventive Cardiology, a los treinta años ya padecemos enfermedades –como la diabetes y la presión arterial– que antes sólo empezaban a notar los cuarentones.
 
Y es que vivimos en un país partido en dos hasta por el sobrepeso. Así, la mitad de los españoles están rollizos, ahogados e incapaces de subir en condiciones más de dos plantas de escaleras. Mientras tanto, la otra parte se calza las zapatillas y se coloca las mallas para darse un garbeo por el parque más cercano. Pero así –y con unos infancia que se atiborra de chuches y pastelitos mientras le da a la Play– no vamos a ninguna parte.
 
En nuestros colegios hace tiempo que se instauraron los días de la fruta. Pero, ni con esas, porque resulta que los críos vuelven a casa y se van directos a la televisión, el ordenador o la videoconsola. Y cuando llega el fin de semana, se pasan –según los promotores de un plan del Gobierno hecho público ayer– seis horas, por lo menos, dándole a la maquinita.
 
Desde 1993 hemos duplicado el número de personas que tienen el colesterol por las nubes y los ictus –que hace unos años se veían como cosas de viejos– ya se han convertido en algo familiar. Mientras tanto, seguimos echando a la basura una cantidad indecente de comida en buen estado. El año pasado, por ejemplo, tiramos la friolera de 7,7 millones de toneladas, nada menos que 163 kilos por persona.
 
En el país de los coches oficiales –el año pasado andábamos por los 22.500 vehículos que nos costaban más de 60 millones de euros–, no dejan de recortarnos derechos, libertades e ilusiones. Pero a medida que nos hacemos más pobres no dejamos de engordar. Y es que España es un gran pavo de Navidad listo para que la señora Merkel saque el cuchillo y nos trinche de una vez.

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