lunes, 27 de mayo de 2013

El país de los malos jefes

 
Vivimos en un país de escaqueados donde nunca tenemos la culpa de lo que pasa. No hay más que ver a Rajoy, cuyo Gobierno es una máquina de crear parados, pero le echa el mochuelo a la Merkel. O Montoro, que no deja de meternos mano al bolsillo porque no tiene más remedio.
 
El caso es que otro cargue con el muerto. Y si es el jefe, mejor. Porque al mínimo problema –a mí, que me registren– estamos mirando para otro lado. Y si esta práctica ya era una tradición, ahora que nos damos dentelladas los unos a los otros, no puedes fiarte de nadie.
 
Por eso, un ascenso es un caramelo envenenado y convierte al afortunado en el chivo expiatorio perfecto. Si antes era un sufrido compañero nuestro, de la noche a la mañana se ha convertido en un cretino que nos da órdenes. Y todo porque es familia de alguien, un pelota o un inútil con suerte.
 
Lo peor para ese incauto es que ahora se las lleva de todos los colores y por el mismo sueldo. Es lo que tiene la crisis, que asciendes cobrando igual –en el mejor de los casos– o te dan una patada en el culo para aplicarte la reforma laboral.
 
Así cualquiera se resistía a endilgarle un paquete de preferentes a un anciano que no sabía leer. Porque la culpa, como siempre, la tiene ese jefe que nos presiona para vender más.
 
Mientras la víctima tenga más de ochenta años, sufra de Alzheimer o sea analfabeta, la cosa –mirando para otro lado– se sobrelleva. Pero cuando el timado es un policía municipal con malas pulgas y 300.000 euros en la nube, el asunto se pone feo y puede acabar como el rosario de la aurora.
 
Como mínimo, con unas cuantas cuchilladas. Como le ha pasado a un antiguo trabajador de Bankia –prejubilado a los 55 años, ésa es otra– a quien han dejado en Valencia como un queso Gruyere. Y no será el único.
 
Nunca asumimos responsabilidades. Así, nos pasamos la vida atizando a otros. Lo mismo que a los árbitros del fútbol, que hace años dejaron de ser hombres de negro, pero que están más estigmatizados que Aznar. Y, claro, siempre pitan en contra de nuestro equipo. Faltaría más.
 
¿Por qué será que a los españoles nos tiene manía todo el mundo?

viernes, 24 de mayo de 2013

Buscamos extranjeros ricos para colocar nuestra ruina

 
España no tiene piedad y envía al exilio a sus jóvenes con talento. Pero resulta que ahora fichará a los extranjeros con dinero. Da igual de dónde provengan porque lo importante es la pasta. Y es que el Gobierno de Rajoy, ese presidente de plasma abducido por los hombres de negro, ha tirado por la calle de en medio.
 
Tanto, que ahora dará el permiso de residencia a quien esté dispuesto a gastarse 500.000 euros en pisos. Tiene gracia que esos mismos ladrillos que nos han llevado a la ruina, y que están dejando España hecha un solar, sean el anzuelo para reclutar millonarios de vaya usted a saber dónde. A eso se le llama una selección natural de la especie. Tanto tienes, tanto vales.
 
Será que el Gobierno quiere compensar, con la llegada de nuevos ricachones, ese ejército de casi 400.000 prostitutas –la mayoría extranjeras– que malviven en garitos de carretera y antros de polígono industrial. Porque también se dará permiso de residencia a los extranjeros que acrediten una inversión o proyecto empresarial de interés. Y con varios miles de clubes de alterne, y un público fiel, seguro que residentes de nuevo cuño no van a faltar.
 
Asimismo, con el fichaje de rusos y chinos de clase VIP –hacia los que se dirigen últimamente todas las campañas– a lo mejor nos olvidaremos durante un tiempo de las mafias que pululan por la costa y que han hecho del mediterráneo español un paraíso donde blanquear dinero de la delincuencia organizada. Y así también pasaremos por alto que tres de cada diez presos que pueblan nuestras cárceles han nacido en el extranjero.
 
Y, mientras tanto, ¿qué hacemos con nuestros cerebros? Con una tasa de paro juvenil del 53%, que invita a coger el petate y poner pies en polvorosa, lo tenemos crudo. Aunque siempre hay soluciones alternativas.
 
Por ejemplo, ahora que han admitido a Gibraltar como miembro de pleno derecho de la UEFA, podríamos enviar allí a una legión de futbolista que no cobran desde hace meses. Y ahora que ya nos hemos quitado el complejo y la Roja lo ha ganado todo, si es preciso, nos dejamos vencer a cambio de un buen pico.
 
Porque cuando la cosa se pone fea, hay que hacer de tripas corazón. Como Colón, que le han puesto una camiseta del Barça frente al puerto de Barcelona anunciando una fundación de los cataríes. Esos mismos a los que el Gobierno de Rajoy garantiza un permiso de residencia VIP a cambio de quedarse con nuestra ruina inmobiliaria.

jueves, 23 de mayo de 2013

Necesitamos un exorcista que haga horas extras

 
Se desconoce si Wert incluirá el exorcismo, tras su paso por el Congreso, como asignatura optativa para el Bachillerato. Tampoco tenemos noticia de que se baraje su inclusión en la Formación Profesional. El caso es que el Arzobispado de Madrid estudia formar sacerdotes como exorcistas para combatir al diablo.
 
Es lo que tiene un papa mediático como Francisco, que impuso sus manos sobre una persona enferma este pasado lunes y los enloquecidos medios de comunicación ya están buscando liberadores de Belcebú en cualquier parroquia.
 
Cuando no son Los Mayas, es el cambio climático que amenaza con el fin del mundo. Y, si no, aparecen los hombres de negro para que Montoro nos atice con la cruz de los impuestos. Aunque para apariciones, y con Felipe González diseñando joyas, la de Aznar.
 
Si la cosa fructifica y Rouco –el arzobispo de Madrid– se hace con los servicios de un buen exorcista, trabajo no le va a faltar. Hasta la familia de Alfredo Di Stéfano se estará planteando someter a una sesión liberatoria al mito futbolístico, después de que éste anunciara su boda con la secretaria, medio siglo más joven. De paso, el exorcista podría darse una vuelta por el vestuario del Real Madrid que, tras el paso de Mourinho, estará endemoniado.
 
En el Palacio de la Moncloa tampoco les vendría mal una visita del exorcista para que Rajoy, junto a su niña, se libere de una vez y llame a las cosas por su nombre, sin necesidad de hacerlo a través de una televisión de plasma. Incluso el Rey, tras ser ungido por el sacerdote especial, podría visitar Cataluña sin convertirse en un holograma.
 
El propio Urdangarín, tras una vomitona de correos electrónicos, encontraría la paz junto a su esposa. Una vez liberado, regresaría a una nueva ubicación en el Museo de Cera de Madrid, con Marichalar y la Pantoja.
 
Ya puestos, en Televisión Española podrían recuperar al padre Apeles para que, junto al exorcista de Madrid, nos redima de los excesos cometidos durante los años del aparecido Aznar y el gótico ZP. A partir de ahí, que Dios nos pille confesados.

jueves, 16 de mayo de 2013

Estamos para el desguace, peor que el yate del Rey

 
España navegó sin rumbo con ZP y ahora está embarrancada con Rajoy. Así, no es de extrañar que el Rey envíe su yate al dique seco. Todo un detalle, teniendo en cuenta que gracias a los impuestos de Montoro, llenar el depósito del Fortuna cuesta 25.000 euros. Un ojo de la cara para un país a la deriva, que sigue sin soltar el carísimo lastre de asesores y enchufados.
 
Sin yate para el Rey, y con el portaaviones Príncipe de Asturias en el desguace, estamos listos. Y eso, por mar. Porque en tierra firme España es un fiambre que huye a toda velocidad. Como el coche fúnebre que hace una semana fue cazado por la Policía Foral de Navarra cuando circulaba a 199 kilómetros por hora.
 
Menos mal que, para dar moral a la tropa, un juez ha enviado al talego a Miguel Blesa, quien –mientras dejaba Caja Madrid hecha unos zorros– llegaba a la oficina en un BMW blindado que costó más de medio millón de euros. Eso es viajar con trato preferente.
 
Así, no es de extrañar que los científicos se echen el petate al hombro, escapando de un lunes tras otro al sol. Y tampoco sorprende que el mejor físico europeo joven, que es español y se ha quedado sin beca, coja las de Villadiego en cuanto pueda.
 
Luego llegarán los americanos, le darán trabajo y se llevarán los laureles. Porque no aprendemos. Si es que hasta una de las investigadoras que han conseguido clonar células madre de un adulto tuvo que huir tras ser despedida, hace dos años, por un ERE del Centro de Investigación Príncipe Felipe, de Valencia. Así nos va.
 
Con este panorama no choca que el campo de entrenamiento del Xerez, hundido deportiva y económicamente, apareciera este jueves sembrado de cruces con los nombres de los futbolistas. Si es que somos un país de muertos andantes que, a este paso, no van a poder ni viajar en tren porque al Gobierno le ha dado por quitar vías.
 
Eso sí, tenemos maravillosos aeropuertos fantasmas por donde pasear, rodar películas y emprender viajes imaginarios. Justo lo que hacemos millones de españoles mientras que nuestros eurodiputados, que no se cortan un pelo, vuelan en clase business.

lunes, 13 de mayo de 2013

Pobres y gordos, así estamos por nuestra mala cabeza

 
Los mayores, cada vez más pobres. Y los niños, sin parar de engordar. Así estamos los españoles, que hace nada éramos los reyes de la cocina mediterránea y ahora nos volvemos locos por un Mc Menú, bañado en Coca-Cola para ahogar nuestras penas.
 
Cómo estará la cosa, que hasta el Gobierno de Rajoy –que no se quiere enterar de nada– ha caído en la cuenta y, en la última campaña de Tráfico, nos anima a andar y dejar el coche aparcado. Aunque, para eso, Montoro ya se las apaña muy bien, retorciendo el bolsillo del automovilista.
 
Tenemos un problema –otro más– con el sobrepeso de nuestra chavalería. Porque uno de cada cinco niños, nada menos, hacen temblar la báscula o directamente están para el arrastre. A este paso, vamos a construir dos generaciones de ni-nis. La primera, bañada en botellón. La segunda, envuelta en azúcar glaseado. Parados y gordos, por nuestra mala cabeza y un estómago nada selectivo.
 
Aunque los dietistas, que son unos aburridos, han venido en nuestro auxilio. Pero los muy aguafiestas se empeñan en decir que, si no podemos echarnos a la boca un filete de ternera, tampoco debemos hincarle el diente a una hamburguesa doble con patatas. Y es que ahora lo saludable es darte una comilona de insectos, que son ricos en proteínas y bajos en calorías.
 
Según la FAO, la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura, muchas especies de insectos contienen la misma cantidad de proteínas y minerales que la carne y el pescado. Además, son ricos en ácidos grasos. Toda una invitación para los nimileuristas que ya son legión en España.
 
Sólo falta que a las comunidades autónomas, que están caninas, les dé por sustituir el menú escolar de toda la vida por la doble ración de saltamontes, hormigas y escarabajos. Aunque visto lo que sucede en un colegio de Alicante –donde la empresa de catering se ha plantado porque no cobra desde septiembre– todo es posible.
 
Mientras tanto, varias entidades bancarias –entre ellas Bankia y Nova Caixa Galicia, que han dejado tiradas a miles de familias con las preferentes– darán un crédito de 55 millones a Pescanova. Todo un salvavidas para los que han ocultado sus pérdidas durante años.
 
A los particulares, en cambio, nos envían a esa misma nevera donde ya no hay más que yogures caducados, carne de segunda y platos precocinados. Y así estamos, con el colesterol por las nubes y el ánimo por los suelos.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Estamos como Di Stéfano, buscando el paraíso

 
Nos pasamos la vida buscando el paraíso, igual que los hijos de Jordi Pujol. Y cuando parece que lo hemos encontrado, como Alfredo Di Stéfano, va la familia y nos quiere chafar la boda con la joven secretaria. Y es que vivimos en un estado de permanente contradicción.
 
No hay más que ver a Montoro, que nos fríe a impuestos mientras que 33 de las 35 empresas más importantes que cotizan en la Bolsa se llevan la pasta a paraísos fiscales. Porque ahora resulta que, a través del Impuesto de la Renta, Hacienda recauda lo mismo que en 2008, pero con tres millones de trabajadores menos. A eso se le llama exprimir al contribuyente y lo demás es cuento.
 
Cuando empezamos a decir que veíamos los documentales de La 2, mientras que los programas de telebasura subían como la espuma, dictamos nuestra sentencia. Después nos dio por mentir en las encuestas para acabar suspendiendo al Rey. Porque también somos muy envidiosos. Y ya, cuando Rajoy comenzó a saltarse a la torera su programa electoral, fuimos conscientes de lo mal que estamos.
 
Ahora hasta Perico Delgado, que se ha jugado el tipo en las carreteras de media Europa, está en contra de que los ciclistas se pongan el casco por la ciudad. Y tampoco hay manera de entender a la Justicia, que empura a la Pantoja y dice que la Infanta Cristina no se enteraba de los negocios de su marido. Así, no es de extrañar que tiremos por la calle de en medio y cada día haya más coches circulando sin pasar la ITV.
 
Un país que tiene tres millones y medio de casas vacías, pero donde hay un desahucio cada quince minutos está para que lo trate una legión de psicólogos. Y para que lo ayuden. Como a Urdangarin, a quien le han paralizado durante los próximos cuatro años el pago de su hipoteca. Un tipo con suerte.
 
En España somos tan contradictorios como el Madrid y el Barça. Hace dos semanas eran la envidia universal, pero después de que los alemanes nos dejaran hechos unos zorros, ya no sirven para nada. Y va a resultar que tendrán que cambiar a los figurones por figuritas, lo mismo que a nosotros nos van a quitar los billetes bin laden y habrá que conformarme con los nuevos de cinco euros.
 
Estamos perdidos y ya no creemos en nada. Si es que, por no tener, ya no hay ni ganas de protestar. Y el paraíso se llama llegar a final de mes.
 

sábado, 4 de mayo de 2013

La familia ya no es lo que era

 
A los amigos los elige uno, pero la familia viene impuesta. Que se lo digan a José Ignacio Wert, ministro de Educación, cuyo hermano sacará los pupitres a la calle, el próximo martes, para dar clase y ofrecer a sus alumnos de la Universidad de Castilla-La Mancha una alternativa a los recortes.
 
Menos mal que faltan unos cuantos meses hasta la cena de Navidad. Para entonces, los Wert ya habrán limado asperezas, como la familia de Di Stefano, que va a imponer a sus hijos, como madre adoptiva, a su secretaria de 36 años, la costarricense Gina González.
 
Eso sí que es un relevo generacional, y la envidia de los octogenarios. Que tome nota Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, tras el nuevo fracaso europeo de sus multimillonarios futbolistas.
 
Desde que Juan Guerra montara hace treinta años el chiringuito en la Delegación del Gobierno en Andalucía, y se lo llevara crudo como asesor, la familia no para de dar momentos de gloria. Como el ex presidente de la Diputación de Orense, José Luis Baltar, quien –puestos a enchufar– colocó junto a otro centenar de afiliados al Partido Popular a su hijo y dos nueras. Éstas, una vez en el puesto, acabaron pasando a la muy noble categoría de ex. Hay que ver lo desagradecida que puede llegar a ser la familia.
 
Como norma básica, no se puede meter a cualquiera en casa. Porque luego el que iba para príncipe se convierte en rana y la lía parda, como le ha pasado al Rey con Urdangarin. Si es que no puedes fiarte ni de los hijos, que últimamente tampoco dejan de dar disgustos.
 
Así, o te salen ni-nis y no hay quien los eche de casa hasta los cuarenta, o les da por lanzarse al vacío de la corrupción y sin paracaídas, como los querubines de Jordi Pujol. Y hasta se enganchan al estilo gótico de las hijas de ZP y te dejan sin poder disfrutar de la casa del pueblo.
 
Igual que antes aparecía un tío de América, ahora te puede salir un primo misionero en África, como le ha pasado a Rajoy. Si es que hemos pasado del primo de Zumosol al salesiano de Mozambique. Hay que ver lo mal que estamos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Quiero sentir entre mis manos un billete de 500 euros

 
El ministro de Economía, Luis de Guindos, es otro aguafiestas como Rubalcaba. Porque en un país que va lanzado hacia los siete millones de parados, sin esperanza y con el Real Madrid eliminado de la Champions League, no se le puede quitar a la gente la ilusión de ver un bin laden.
 
Y es que tener un billete de 500 euros entre las manos debe provocar un inmenso placer. Aunque sólo sea durante unos minutos, todos los españoles mayores de edad tendríamos que parpar esa maravilla, con suavidad.
 
Para comprobar al contraluz la marca de agua, apreciando ese fantástico color lila. E intentando sentir con nuestras yemas sus marcas táctiles, destinadas a las personas con problemas de visión, en el borde derecho.
 
El Gobierno, antes de que los quitaran de la circulación, debería pagar los subsidios de paro, al menos una vez, con billetes de 500 euros. Así, los que ni llegan a esa cantidad, recibirían –además de la propina– una inyección de optimismo. Eso sí que daría ánimos a una población alicaída, que hace tiempo dejó de creer en Rajoy.
 
Vivimos en un país diferente a los demás y de gente muy rara. Como el propio ministro de Economía, que asegura no haber visto en su vida un billete morado y dice que no vería mal su eliminación. Pero resulta que hay 108 millones circulando alegremente por España. Claro, que también afirman sus compañeros de Gobierno que la reforma laboral se hizo para dar trabajo. Y así nos luce el pelo.
 
Siendo equitativos, y dado que todavía quedan 46 millones de personas en España, tocaríamos a dos bin laden por cabeza. Y aún así sobraría un buen pico para –cuando los quitarán de la circulación– organizar una hoguera en cada una de las 17 comunidades autónomas.
 
En esas gigantescas piras, viendo cómo arden los maléficos fardos de billetes de 500 euros, purgaríamos nuestras penas. De paso, echaríamos al fuego contratos de trabajo, letras pequeñas de hipotecas, clausulas de preferentes y hasta listas electorales. Sería el inicio perfecto de esa gran catarsis nacional que está por llegar.