jueves, 16 de mayo de 2013

Estamos para el desguace, peor que el yate del Rey

 
España navegó sin rumbo con ZP y ahora está embarrancada con Rajoy. Así, no es de extrañar que el Rey envíe su yate al dique seco. Todo un detalle, teniendo en cuenta que gracias a los impuestos de Montoro, llenar el depósito del Fortuna cuesta 25.000 euros. Un ojo de la cara para un país a la deriva, que sigue sin soltar el carísimo lastre de asesores y enchufados.
 
Sin yate para el Rey, y con el portaaviones Príncipe de Asturias en el desguace, estamos listos. Y eso, por mar. Porque en tierra firme España es un fiambre que huye a toda velocidad. Como el coche fúnebre que hace una semana fue cazado por la Policía Foral de Navarra cuando circulaba a 199 kilómetros por hora.
 
Menos mal que, para dar moral a la tropa, un juez ha enviado al talego a Miguel Blesa, quien –mientras dejaba Caja Madrid hecha unos zorros– llegaba a la oficina en un BMW blindado que costó más de medio millón de euros. Eso es viajar con trato preferente.
 
Así, no es de extrañar que los científicos se echen el petate al hombro, escapando de un lunes tras otro al sol. Y tampoco sorprende que el mejor físico europeo joven, que es español y se ha quedado sin beca, coja las de Villadiego en cuanto pueda.
 
Luego llegarán los americanos, le darán trabajo y se llevarán los laureles. Porque no aprendemos. Si es que hasta una de las investigadoras que han conseguido clonar células madre de un adulto tuvo que huir tras ser despedida, hace dos años, por un ERE del Centro de Investigación Príncipe Felipe, de Valencia. Así nos va.
 
Con este panorama no choca que el campo de entrenamiento del Xerez, hundido deportiva y económicamente, apareciera este jueves sembrado de cruces con los nombres de los futbolistas. Si es que somos un país de muertos andantes que, a este paso, no van a poder ni viajar en tren porque al Gobierno le ha dado por quitar vías.
 
Eso sí, tenemos maravillosos aeropuertos fantasmas por donde pasear, rodar películas y emprender viajes imaginarios. Justo lo que hacemos millones de españoles mientras que nuestros eurodiputados, que no se cortan un pelo, vuelan en clase business.

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