lunes, 24 de junio de 2013

Todos somos Messi

Hay que ver cómo somos. Nos alegramos del sablazo que Hacienda le acaba de dar a Messi, pero no podemos ni ver a Montoro. Y cuando empiece la Liga pagaremos una entrada del Barça a precio de oro, sin rechistar.
 
También disfrutamos viendo a la Pantoja en los telediarios, cuando la condenaron por blanqueo de capitales. Aunque ahora el público vuelve a estar con ella, como si Paquirri se hubiera muerto por segunda vez. Y es que los españoles vivimos pegados a una botella medio vacía o llena, según sople el viento. De ahí que seamos los reyes del botellón, esa asignatura para la que nuestros jóvenes también piden beca.
 
Menos mal que Soraya, la vicepresidenta del Gobierno que nos recuerda a esa empollona rara, a la que respetamos, nos ha dicho que ahora les toca a los políticos pagar la crisis. Han tardado, como Messi, a quien le siguen investigando los derechos de imagen de 2006.
 
Pero los mandamases dicen que van a reaccionar, ya era hora. Como el crack argentino que, después de ponerse a silbar mirando para otro lado, ahora resulta que va a cantar por soleares y ya ha soltado diez millones del ala. Es lo que tiene una jauría de inspectores de Hacienda oliendo la sangre fresca.
 
Desde luego, no hay nada como una crisis de caballo para que el personal termine por retratarse. Y para saber que ante Hacienda, salvo la Casa Real, todos tenemos un carnet de identidad con cifras y letras para que nos traten como a iguales. O sea, a patadas.
 
Vamos, que si podemos, tal y como ha estado haciendo Messi, le hacemos un regate al fisco. Y, ya se sabe, cuanto más le debas al banco, mejor renegocias la deuda. Menos mal que para el desahuciado siempre hay un hueco debajo del puente, mientras que el plato de habichuelas, y que no falte, lo sirven en Cáritas.
 
Porque, como al perro flaco todo son pulgas, cuando te llega una paralela que te cruje las vacaciones siempre viene acompañada de intereses de demora. Los mismos que se olvida de incluir la Agencia Tributaria en su liquidación cuando el paganini es quien detecta el error. Y es que Hacienda somos todos, sí. ¡Ay, madre, qué risa!

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