Nada de ingenieros ni
asistentes de dirección. Tampoco camareros ni carretilleros. Lo suyo, para
encontrar un buen curro, y viendo cómo se pone el patio del talego nacional, es
hacerse demandadero. Como ése que
surtirá de habanos a Bárcenas. Además
de sencillo, sabemos que el cliente paga, por la cuenta que le trae. Sobre
todo, si tiene gustos de sibarita y, como el antiguo tesorero del PP, le hace ascos a los Farias.
Y es que a este Bárcenas, aunque sólo sea por
despreciar el puro español de toda la vida, le tenía que caer la del pulpo. Habrase
visto, con la de comilonas familiares que han acabado envueltas en humo de Farias. Y qué felicidad cargada de
nicotina para los españolitos que aspiraban a hacerse de oro a base de comprar
ladrillos.
Porque, ¿cuántos pequeños
negocios se habrán cerrado a base de Chinchón,
Veterano y Farias? Y la de viajes familiares que se planificarían, entre
volutas de humo, al acabar nuestras celebraciones de cumpleaños. Por no decir
la de olés y goles que se han vociferado
con un Farias entre los dedos en
esas plazas de toros y estadios de fútbol tan nuestros.
Y ahora va el muy
desagradecido de Bárcenas, que imitando
a Mario Conde hace amigos en esa
institución tan patria llamada la trena, y no se le ocurre otra cosa que
despreciar los Farias. Ya sólo falta
que eche pestes del Anís del Mono y
que, en lugar de jugar al tute con los presos de su módulo, diga que prefiere
el blackjack
y el baccarat.
Pues, nada, al recluso Bárcenas le van a salir por un pico los Montecristos
y Cohibas.
Eso, seguro. Porque los demandaderos son así: que no quieres lo que hay en el
economato de la cárcel, pues apoquina una pasta.
Aunque, a fin de cuentas, le
sale gratis al muy listo. Y es que se lo vamos a pagar los millones de
españoles a los que tiene por costumbre estafar la clase política. Y a los que,
como un martillo pilón, esquilma ese Ministerio
de Hacienda que gobierna Montoro, el gran tesorero nacional.
Por cierto, ¿qué puro se
habrá fumado hoy el presidente Rajoy?
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