lunes, 26 de agosto de 2013

Nos encanta ir por la patilla

 
Cómo nos gusta ir de gañote y comer por la patilla. Así somos los españoles. Por eso, cuando los constructores eran los reyes del mambo, y veían que compraban favores, empezaron a regalar los periódicos. Pero el ladrillo acabó por ahogarnos y nos lanzamos a Internet. Muerta la prensa de papel, agoniza una profesión de pobretones y gente de mal vivir.
 
Es lo que tiene un país abonado, ahora a la fuerza, al low cost. Si es que hasta los aeropuertos empezaron a surgir como las setas en otoño porque casi se regalaban los billetes. Eso, a costa de subvencionar a compañías como Ryanair, que luego se ríen de los políticos.
 
Lo de ir por la cara es que nos pone. Y mucho. Si es que algunas de nuestras abuelas ya eran expertas –muchas, también por necesidad– en el arte de merendar gratis. Vamos, todo un clásico. Ya fuera en presentaciones de libros decentes o en pestiños impresentables, qué más daba, el caso era no rascarse el bolsillo y volver cenadas a casa.
Por eso, ahora cuesta tanto reunir a la familia, y a cuatro gatos más, en cualquier acto cultureta. Y es que el personal sigue añorando aquellos canapés que eran gloria bendita. Y que prolongaban la tertulia en torno al artista, aunque la novela resultara infumable.
Desde que Solchaga inventara hace treinta años lo de viajar gratis total en Transmediterránea, que también sufragaba el paganini de siempre, es que nos va la marcha. Así, empezamos colándonos en las bodas y nos dio por elegir a los alcaldes sólo porque montaban unas fiestas de aquí te espero. Y todo para terminar viviendo en un inmenso parque temático, carísimo, que estamos pagando con una clausula suelo por las nubes.
España fue, durante siglos, un país de muertos de hambre. Y de repente creyó que nadaba en la abundancia. Pero es que ahora –con Caritas que no da abasto– seguimos tirando comida fresca al cubo de la basura. Aunque, si podemos, nos escaqueamos a la hora de pagar la ronda en el bar porque no llegamos a final de mes. Si es que no hay quien nos entienda. Por eso, tenemos los políticos que nos merecemos. Y ellos, como son más listos, se van de rositas.

2 comentarios:

  1. Si solo fueran de " Rositas " .
    A veces, que solo lo hago a veces pensar en este tema, pq no quiero ni puedo estar día y noche enfadada, pienso: - debe de existir una nueva enfermedad llamada y reconocida " politica" que con tanto recorte aún no ha llegado la ESPECIALIDAD para poder atajarla, como aquellos años que acabaron con la lepra.... por poner un tonto ejemplo.

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    1. La profesión de político es tan antigua como la propia civilización. Muchas gracias por tu comentario, Clara. Comprendo tu indignación, que también comparto varias veces al día.

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