martes, 24 de septiembre de 2013

Como somos unos guarros, a pagar por mear


A este paso, nos cobrarán hasta por respirar. De momento, lo van a hacer por mear en la madrileña estación de Atocha. Y todo se andará, puesto que ADIF –tristemente conocida por el accidente de Santiago– ha adjudicado el servicio a una empresa holandesa. Y como estos son tan eficientes, pues habrá que echarse a temblar. O, como diría un castizo, salir de casa meado y cagado. Aunque la culpa la tenemos nosotros, que lo ponemos todo perdido.
 
Para colmo, y al paso que vamos, allí donde no cobren por aliviarnos, tendremos que hacerlo a oscuras. Porque el Gobierno ha decidido alegrarnos la vida, desde el 1 de octubre, con otro estacazo al recibo de la luz. Ahora, nos van a sablear un 3,1% más.
 
Quien piense que con él no va lo de pagar por orinar, y que para eso está la calle, se puede ir atando los machos. O abrochándose la bragueta. Porque la cosa se pone seria. En Salamanca, por ejemplo, desaguar en la vía pública puede salir por 150 euros. Y la multa se dobla si el desconsiderado orina en una zona catalogada como espacio patrimonial, que tratándose de esa ciudad castellana resulta bastante normal.
 
En Zaragoza hasta no hace mucho, al meón le podían caer una multa de hasta 1.500 euros, que se sustituía por una prestación de servicios sociales, alternativa que se ofrece en bastantes ciudades.
 
En la cruzada contra el guarro, el Ayuntamiento asturiano de Pola de Lena castiga con 750 euros a los que escupen en la vía pública. Pero es que la Federación Española de Municipios y Provincias ya pidió hace tiempo que cada esputo en la calle salga por 1.500 euros. Vamos, lo mismo que una incontinencia severa.
 
Falta por ver si algún alcalde instala detectores de pises en las piscinas públicas. Eso también se andará, viendo la experiencia del Ayuntamiento de Lepe, que aprobó una ordenanza en 2012 para castigar a los que orinaban en la playa. 750 euros del ala, nada menos. Claro, que a ver quién recoge las pruebas en mitad del mar.

En fin, somos así. Nosotros, unos guarros. Los que mandan, además de sucios, disparatados.



 

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