miércoles, 4 de septiembre de 2013

El porno e ir de gañote unen a la humanidad

 
Estamos enganchados a Internet. Tanto que una de cada diez empresas españolas ya ha sancionado a algún trabajador por su adicción a las redes sociales y el correo electrónico. Y es que ya no nos cortamos un pelo. Así, el sesenta por ciento de las compras on line se realizan desde el curro. Y el que no se conecte a Facebook, o escriba un tuit en horario de oficina, acabará siendo un bicho raro.
 
Lo nuestro es puro vicio, aunque será difícil que superemos a los 5.000 empleados del Parlamento Británico, que entre mayo de 2012 y julio de este año visitaron 52.000 páginas destinadas a relaciones extra matrimoniales. Pues, vaya, los ordenadores de sus señorías, y el resto de empleados de tan noble institución, deberían echar humo.
 
Porque, según ha reconocido la propia Cámara de los Comunes, durante el mismo periodo de tiempo, se registraron nada menos que 300.000 intentos de acceso a páginas porno. Eso es un calentón colectivo y lo demás es cuento.
 
Para que luego nos quejemos de los concejales de Murcia que, durante un pleno, jugaban con su Ipad al tenis. Si es que, visto lo que hacen los honorables británicos, somos unos exagerados. Y lo llevamos al extremo de casi crucificar a dos diputados de la Asamblea de Madrid que, durante otra sesión plenaria, se dedicaban a darle al inocente Apalabrados.
 
Y es que en todos sitios cuecen habas. Que se lo digan a los asesores John McCain, senador norteamericano que fue aspirante a presidente. A éste le han pillado, esta semana mismo, jugando al póker en su iPhone, mientras se celebraba un debate sobre la intervención de Estados Unidos en Siria.
 
Menos cándido fue Simone di Cagno, diputado del partido de Berlusconi, a quien cazaron viendo a unas señoritas en ropa interior en pleno debate del Parlamento Italiano. Vamos, muy en la línea de su jefe.
 
No aprendemos. Pero podíamos escarmentar en cabeza ajena. Por ejemplo, pensando en una edil de Getafe cuya hija de 14 años se gastó 30.000 euros en 2008, a través de una tarjeta 3G de acceso a Internet del Ayuntamiento. La criatura no daba abasto a la hora de bajarse series de televisión y, claro, la cosa acabó como el rosario de la aurora. Esto es, con su madre llorando como una magdalena y pidiendo perdón.
 
Es que nos dan confianza y no frenamos. Y nos pasa como a ese concejal de Torrevieja que se pulió 2.500 euros en llamadas telefónicas en un año. Tanto se emocionó el hombre, con su flamante móvil pagado por el contribuyente, que acabó suscribiéndose a un canal porno en Internet. Porque el sexo e ir de gañote, Gibraltar aparte, nos une mucho a españoles y británicos. Y si hablamos de políticos, más.
 

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