Estamos enganchados a Internet. Tanto que una de cada diez empresas españolas ya ha
sancionado a algún trabajador por su adicción a las redes sociales y el correo
electrónico. Y es que ya no nos cortamos un pelo. Así, el sesenta por ciento de
las compras on line se realizan desde
el curro. Y el que no se conecte a Facebook,
o escriba un tuit en horario de oficina, acabará siendo un bicho raro.
Lo nuestro es puro vicio, aunque será difícil que
superemos a los 5.000 empleados del Parlamento
Británico, que entre mayo de 2012 y julio de este año visitaron 52.000
páginas destinadas a relaciones extra matrimoniales. Pues, vaya, los
ordenadores de sus señorías, y el resto de empleados de tan noble institución,
deberían echar humo.
Porque, según ha reconocido la propia Cámara de los Comunes, durante el mismo
periodo de tiempo, se registraron nada menos que 300.000 intentos de acceso a
páginas porno. Eso es un calentón colectivo y lo demás es cuento.
Para que luego nos quejemos de los concejales de Murcia que, durante un pleno, jugaban
con su Ipad al tenis. Si es que, visto lo que hacen los honorables
británicos, somos unos exagerados. Y lo llevamos al extremo de casi crucificar
a dos diputados de la Asamblea de Madrid
que, durante otra sesión plenaria, se dedicaban a darle al inocente Apalabrados.
Y es que en todos sitios cuecen habas. Que se lo digan
a los asesores John McCain, senador norteamericano que fue
aspirante a presidente. A éste le han pillado, esta semana mismo, jugando al póker
en su iPhone, mientras se celebraba un debate sobre la intervención
de Estados Unidos en Siria.
Menos cándido fue Simone
di Cagno, diputado del partido de Berlusconi, a quien cazaron viendo a
unas señoritas en ropa interior en pleno debate del Parlamento Italiano. Vamos, muy en la línea de su jefe.
No aprendemos. Pero podíamos escarmentar en cabeza ajena.
Por ejemplo, pensando en una edil de Getafe cuya hija de 14 años
se gastó 30.000 euros en 2008, a través de una tarjeta 3G de acceso a Internet del Ayuntamiento. La criatura no daba abasto a la hora de bajarse
series de televisión y, claro, la cosa acabó como el rosario de la aurora. Esto
es, con su madre llorando como una magdalena y pidiendo perdón.
Es que nos dan confianza y no frenamos. Y nos pasa
como a ese concejal de Torrevieja
que se pulió 2.500 euros en llamadas telefónicas en un año. Tanto se emocionó el
hombre, con su flamante móvil pagado por el contribuyente, que acabó suscribiéndose
a un canal porno en Internet. Porque
el sexo e ir de gañote, Gibraltar
aparte, nos une mucho a españoles y británicos. Y si hablamos de políticos,
más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario